El profesor Ernesto Guhl Nannetti fue uno de los pioneros del ambientalismo en Colombia. Su última publicación fue Antropoceno: la huella humana. la frágil senda hacia un mundo y una Colombia sostenibles
El profesor Ernesto Guhl Nannetti fue uno de los pioneros del ambientalismo en Colombia. Su última publicación fue Antropoceno: la huella humana. la frágil senda hacia un mundo y una Colombia sostenibles
La huella humana. La frágil senda hacia un mundo y una Colombia sostenibles.
La obra del profesor Ernesto Guhl Nannetti presenta el recorrido que nos ha llevado a apropiarnos
del planeta y sus recursos, transformando la naturaleza y dejando una huella indeleble y creciente,
que, en las últimas décadas, ha rebasado los límites y capacidades de soporte de nuestra única e
irreemplazable “casa común”, creando un nuevo período, el Antropoceno, desencadenando una megacrisis
socioambiental que pone en peligro el futuro de la humanidad.
Las reflexiones que hace el libro no buscan unirse al coro catastrofista; por el contrario,
pretenden contribuir a superar la crisis, siguiendo la frágil línea de la sostenibilidad. Para ello,
se identifican tres campos de acción interdependientes: disminuir nuestra carga sobre los
ecosistemas; construir el territorio de acuerdo con su vocación y aplicar nuevas formas de
gobernanza participativa y abierta, que impulsen un proceso de agregación de Territorios
Sostenibles, construidos desde el nivel local, que se amplíe paulatinamente hasta configurar países
sostenibles y culmine con la atmósfera y los océanos; bienes comunes de la humanidad.
Uno de los motores esenciales del avance humano es la curiosidad. El inagotable deseo de conocer que
hay más allá, de saber cómo funciona el mundo, de investigar y ensayar, aún a pesar de grandes
riesgos y
dificultades, como por ejemplo la expulsión del paraíso por haber probado el fruto prohibido del
árbol
del conocimiento según la tradición judeocristiana.
Una manera de responder a este impulso básico han sido los viajes y las exploraciones, que
generalmente
han sido largos recorridos azarosos por regiones desconocidas para conocer las características de
sus
habitantes, su cultura, su flora, su fauna, su clima y apropiarse de sus riquezas. Como resultado de
ellas
se han generado migraciones, nuevos asentamientos, adaptación a nuevos ambientes, formación de
nuevas culturas, elaboración de mapas y de libros, creación de empresas, innumerables y sangrientas
guerras, en una palabra, han abierto nuevos espacios para el ejercicio de las bondades y sus
defectos de
la humanidad.
La expedición a Yurumanguí fue una de las más duras que hicimos. Duramos tres meses en la costa pacífica. Enterrados en la selva. El profesor Paul Rivet había descubierto el vocabulario de un grupo indígena registrado por un capitán en el siglo XVIII. Lo llamaron el grupo yurumanguí por la supuesta zona donde habitaba.
Desde su llegada al territorio colombiano, el maestro Guhl lo recorrió palmo a palmo. En tal sentido superó las expediciones de naturalistas y geógrafos anteriores. A todo lo largo y lo ancho: desde la península de la Guajira, en el extremo norte hasta Leticia en el extremo sur de la Amazonia colombiana, desde el Orinoco hasta el Chocó y midió las alturas colombianas desde el nivel del mar o la depresión momposina, hasta las cumbres nevadas de los volcanes andinos y se acercó a las cimas de la Sierra Nevada de Santa Marta.
Recién llegado a Colombia y luego de haber realizados algunas investigaciones personales sobre el cultivo de la papa en el Macizo de los Andes, Guhl fue encargado de la cátedra de geografía en la Escuela Normal Superior, centro universitario que pretendía emular la famosa Normal Superior de París, bajo la dirección del sicólogo José Francisco Socarrás y el apoyo económico y político del gobierno de Eduardo Santos.