BACHUÉ


Uno de los mitos tradicionales Chibchas que hablan de la creación de los hombres es el de Bachué, la Madre del género humano.

Las narraciones mitológicas Muiscas indican que, en una región cercana a Tunja, existía la laguna de Iguaque de cuyas aguas emergió Bachué, cubierta de una luz que hizo resplandecer la tierra. La diosa Muisca sacó consigo de la mano a un niño de tres años con quién bajó de la serranía hacia el llano, donde posteriormente surgió el pueblo de Iguaque, allí construyó una choza la cual se convirtió en la primera vivienda de los Muiscas en Boyacá.

Cuando el niño creció en su desarrollo natural, Bachué se caso con él, realizándose así el primer matrimonio Chibcha. Esta unión fue tan importante y la mujer tan prolífica y fecunda, que en cada parto tenía entre cuatro y seis hijos con lo cual muy pronto se pobló rápidamente la tierra.

Bachué y su hijo esposo, viajaban por todas partes dejando hijos por doquier, cuando ya estaban viejos llamaron a sus descendientes y fueron acompañados hasta la laguna de Iguaque, su lugar de origen. Allí Bachué les hizo una plática final, exhortándolos a la paz, después de la cual se despidieron y se convirtieron en dos grandes serpientes que se sumergieron en la laguna, que desde entonces, se convirtió en un Santuario Chibcha.

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NENCATACOA


Entre los Muiscas existía el mito de Nencatacoa, el dios protector de los tejedores de mantas, pintores, y además, el dios de las borracheras.

Entre los Muiscas existía el mito de Nencatacoa, el dios protector de los tejedores de mantas, pintores, y además, el dios de las borracheras. Se representaba en forma de un animal de bosque, en figuras de oro, cubierto con una manta, la cola de fuera. Fray Pedro Simón recogió la tradición de Nencatacoa significa zorra, “Porque la figura de ese animal aparecía varias veces”. Era protector de los tejidos de una industria artesanal que desarrollaron los Muiscas con una gran variedad fibras vegetales, entre las cuales destacamos el algodón y el fique.

En la variedad de los tejidos, los Muiscas elaboraban los llamados chircates, una especie de manta cuadrada que la mujer ceñía a la cintura con la faja, chumbe, y sobre los hombres una pequeña manta llamada Líquira, prendida en los pechos con un alfiler grande de oro o plata que tenía en la cabeza un cascabel conocido como topo. En la cabeza llevaban las mujeres la llilla, o mantilla rectangular que replegaban sobre la nuca y ajustaban con el topo o alfiler. Los hombres cubrían el cuerpo con faldas de telas de algodón listado y de muchos colores que ajustaban a la cintura con el “chumbe”, esta especie de anaco la utilizaban los hombres hasta las rodillas y las mujeres hasta el tobillo.

Las mantas de algodón eran muy bien tejidas y pintadas a pincel; quienes las tejían utilizaban numerosos colores y gustaban de las pinturas coloradas de maures o franjas angostas que se distribuían a lo largo de las mantas. Cuando llegaron los españoles, encontraron multiplicidad de finas telas con varios colores, algunas de las cuales les fueron obsequiadas por los indígenas.

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Espanto del Panóptico.


Según los tunjanos, este espanto aparece la noche del 1°. de noviembre, día de Todos los Santos, vísperas del Día de los Difuntos.

Las gentes tunjanas veían salir de la antigua sacristía de la Iglesia, la extraña figura de un fraile agustino, vestido de negro con capucha y mangas anchas, con un cordón o cinto alIado; al verlo se encontraba una calavera bajo la capucha. Esta extraña figura se dirigía con premura a lo largo del corredor. Si alguien se le interponía al monje, éste se le abalanzaba y lo arrojaba al patio con violencia.

Los presos del Panóptico le tenían miedo a la llegada del 1°. de noviembre en la media noche, anterior al día de difuntos; y en la misma forma, el viernes santo en las horas de la tarde.

El poeta tunjano Alfredo Gómez Jaime, se propuso conocer el terrible espanto; según sus comentarios, lo pudo ver y sentir en la noche víspera del Día de Difuntos.

Según la tradición tunjana, el poeta se desmayó y estuvo varios días en el Hospital de Tunja. Sobre sus impresiones, escribió su poesía "La garra fría", poco conocida en el mundo de las letras.

Publicado por Mitos y Leyendas de Boyacá.

El Farol de las Nieves


La Emparedada y el Farol de las Nieves es una vieja leyenda de la época hispánica de la capital del departamento de Boyacá.

Teniendo en cuentas los relatos de los habitantes, las jóvenes eran encerradas entre paredes, sin ninguna forma de comunicación y en muchas ocasiones los padres preferían que sus hijas fallecieran emparedadas, en lugar de permitir que se casaran con quien ellas querían.

Después de un tiempo los jóvenes decidieron casarse en secreto, en la Iglesia de las Nieves de la ciudad de Tunja así que en las horas de la madruga la joven vestida de novia decidió escaparse de su casa por la venta de su cuarto, deslizándose por sabanas y cobijas para poder llegar al encuentro con su amado. En esa madrugada fría y oscura los novios se encontraron en la Iglesia de las Nieves, con la ayuda, consejos y oraciones del sacerdote al fin se casarón.

Ya finalizando la ceremonia de su tan anhelado matrimonio, llegó don Alonso de Rojas padre de la joven, quien estaba lleno de coraje y con su afilada espada traspaso el pecho del recién casado Jorge, quien murió inmediatamente.

La joven intento escapar de la furia de su padre, pero fue alcanza por don Alonso, quien la arrastro del cabello por las calles del sector de las nieves y en su otra mano llevaba un farol con el cual iluminaba su camino. Llegando a su casa, el padre lleno de dolor y furia por la rebeldía de su hija, emparedo a la joven a pesar de las suplicas, gritos, por más que pidió socorro nadie acudió a su ayuda, así que la enterró viva en una de las paredes de su habitación. Don Alonso abandono su casa y la ciudad de Tunja.

Publicado por Boyacá radio